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Industrias creativas: Educación y formación por Delia Crovi Druetta

ENCUENTRO METAMEDIA VIRTUAL INTERACTIVO

CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS EN LAS INDUSTRIAS CREATIVAS EDUCATIVAS: DOS DÉCADAS DE REFLEXIÓN

Delia Crovi Druetta – UNAM – México

Agradezco a todas las personas que contribuyeron a organizar y concretar estos dos encuentros, en especial a Gerardo Ojeda, entrañable amigo. De manera específica celebro que el recuerdo y el homenaje que estamos rindiendo a Enrique Bustamante, haya sido pensado para seguir reflexionando acerca de sus propios temas, sus ideas y sobre todo sus críticas.

Delia Crovi Druetta es profesora e investigadora en estudios latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Enrique navegó entre Europa a América Latina llevando conceptos y reflexiones en viajes basados en el respeto a las diferencias culturales y al reconocimiento de la existencia de distintos niveles de desarrollo.  Gracias por ello.

Delia Crovi en entrevista para Clarin (https://www.clarin.com/)

Las reflexiones sobre las industrias creativas en educación que comparto hoy emergen, necesariamente, de México en el momento actual, o sea de un periodo incierto que se define como la transición hacia una nueva normalidad. Un período que para la educación es de opciones: escogemos el diálogo o nos conformamos con seguir las estructuras predictivas de las plataformas.

Al igual que en México, la mayoría de los países latinoamericanos cuentan con un sistema educativo mixto, público- privado. Este último, creciente desde los años 80 del siglo pasado con la llegada de las políticas neoliberales, es con el que los gobiernos buscan palear los rezagos de acceso a la educación en todos sus niveles. Ambos representan universos con posibilidades materiales muy diferentes y atienden a grupos sociales también diferentes.  

Qué hace la UNESCO en relación con el uso de las TIC en la educación?
Foto: UNESCO

Antes del confinamiento, la educacióndigitalizada y a distancia ofrecida por el sector público consistía en programas paralelos a los presenciales, a veces con objetivos remediales y en el nivel de educación superior para ampliar el acceso de aspirantes, siempre insuficiente. El mayor apoyo brindado por las innovaciones digitales a la educación se desplegaba en los salones de clase, mediante su uso para tareas estudiantiles, exposiciones, búsqueda de información en bases de datos o en fuentes disponibles en Internet.  

Es importante señalar que la educación pública se caracteriza por consensuar contenidos con sectores políticos, de allí que las prácticas en los niveles iniciales y medios tiendan a la repetición de rutinas, al cumplimiento de programas, normas y evaluaciones predeterminadas. El margen de creatividad, un concepto que alude a la imaginación y la capacidad de invención, queda reservado a acciones individuales, a veces grupales o institucionales que suelen ser esporádicas. Además, es un sector que depende de presupuestos estatales considerados insuficientes, con maestros y alumnos provenientes de clases medias o bajas cuyo acceso digital presenta brechas tecnológicas y de habilidades.

En cuanto al sector educativo privado la realidad en materia de tecnología era otra. Desde de finales del siglo XX, aumentó la oferta de cursos y programas a distancia, en los que el uso y la disponibilidad tecnológica se fue convirtiendo en un argumento de modernidad, más importante que promover los contenidos que se ofrecen. Para ganar inscritos apelaban a la fruición que despierta el uso de las nuevas herramientas digitales, espíritu de nuestro tiempo.

A pesar de sus argumentaciones, su costo y en ocasiones fines instrumentales de los cursos ofrecidos, no se puede afirmar que en este sector hayan florecido industrias creativas. Ni si quiera se explora este tema que, con reservas, se refiere escasamente al mundo de la cultura entendida en un sentido muy laxo, su “glamour” y la tentación de ganar prestigio a costa de su comercialización.

Estos antecedentes indican que la atención que pongamos al desarrollo de la educación privada en los tiempos venideros, permitirá advertir si tomará o no la delantera ante ciertas prácticas educativas totalmente a distancia, híbridas o blend, legitimadas durante la pandemia y que ahora transitan hacia una nueva normalidad. Recordemos que, durante el confinamiento, el visionado de contenidos audiovisuales en streaming delineó prácticas que ya forman parte de la cotidianeidad entre algunos usuarios, que buscarán seguir repitiéndolas.

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Además de su aporte específicamente técnico, las innovaciones digitales facilitaron la privatización de que ciertos recursos educativos, cerrando el círculo de libertad en torno al saber y su divulgación. Basta mencionar la comercialización del acceso a la información en bases de datos o ciertos sitios prestigiados, así como las publicaciones por las cuales muchos académicos ya han empezado a pagar. Pero en América Latina este proceso de privatización se ha enfrentado a mecanismos adversos a su avance (que podríamos denominar, benévolamente, creatividad ante la escasez), ya que apoyados en atajos que los evaden, algunos grupos lesionan en parte el atractivo de su comercialización.

Como resultado de estos factores, en dos décadas no ha habido una tendencia a identificar en la región industrias creativas en educación. Tampoco reflexiones frecuentes acerca de industrializar este sector, aunque si muchas advertencias sobre su privatización. Las cifras que hasta ahora nos deja la educación en pandemia, parecen alejar más aún a analistas y empresas que busquen hacer de la educación un sector creativo generador de ganancias.

Según diálogo interamericano 2021 acerca de Tecnología de Innovación en Educación, desarrollado por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, debido al alto costo de la banda ancha se estima que serán necesarios 47 mil millones de dólares para conectar a América Latina con fines educativos antes de 2030. La propuesta que emerge de este diálogo es fomentar alianzas público-privadas, donde sí podrían participar industrias creativas educativas. Habrá que observar el futuro.

Desde otra óptica, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), indica que 32 millones de niñas y niños de 5 a 12 años, carecen de Internet en sus casas y por lo tanto de acceso a una educación digitalizada. La CEPAL propone que, a largo plazo, desde los gobiernos se subsidie una canasta digital básica para dar servicio a poblaciones de menores ingresos. En este escenario la propuesta del BID y del Banco Mundial es poco viable, como no sea potenciando al sector privado tecnológico dominante y mediante nuevos endeudamientos.

Por otro lado, es importante señalar que la educación adquiere características muy distintas en cada país, según el nivel y la región o zona de la cual se trate. En principio todo parece indicar que, en esta atmósfera de incertidumbre, una industria creativa en educación sólo podría poner su mira en el nivel superior y en ciertos centros urbanos destacados. A veces gracias a las becas de los gobiernos, es allí donde un mayor número de estudiantes no sólo tienen acceso digital, sino que cuentan con soportes técnicos y habilidades para usarlos. Por ejemplo, en México el acceso a Internet es de 75% en centros urbanos, mientras que en áreas rurales se conecta el 50%.

En América Latina durante la pandemia la determinación fue no privar a los estudiantes del acceso a la educación, lo que llevó a que se usaran todos los medios posibles: digitales y analógicos. Aun así, se marcaron enormes brechas en el acceso, la calidad del acceso, la disponibilidad tecnológica entre los usuarios, y las habilidades digitales. Todos son problemas a analizar y buscar soluciones a partir de estudios acuciosos, situados, sobre esta experiencia límite que se vivió.

Entre las aportaciones al campo de la comunicación que América Latina ha realizado, destaca la educomunicación o comunicación educativa. Inspirada en el pensamiento de Paulo Freire, se define por dos elementos irrenunciables: el diálogo y el pensamiento crítico. Su ejercicio se sitúa en un entorno social delimitado, concreto, en el cual se identifican carencias y problemas sobre los cuales se trabaja en comunidad para propiciar la transformación social.  Estos procesos, donde se despliega una gran creatividad, pueden prescindir de la tecnología y se oponen a la serialidad requerida en el trabajo industrial donde se transforman materias primas.

La educomunicación para muchos sectores es todavía más una aspiración que una realidad, pero se ha trabajado intensamente para llevar sus postulados a más lugares. Interponer en su camino un creciente número de plataformas, predictivas y domesticadoras, no sólo representa una oposición franca al diálogo, sino un riesgo para el pensamiento crítico y la posibilidad de una comunicación educativa alternativa que puede carecer de mediaciones técnicas, situándose sólo en la palabra de docentes y estudiantes sin renunciar a la creatividad. 

La digitalización educativa, que llegó con el confinamiento de manera abrupta, repentina y a veces improvisada, ahora parece inevitable. No obstante, esto no significa que debemos aceptarla tal cual se buscará imponer desde los sectores económicos que dominan las plataformas y otros recursos tecnológicos utilizados en este periodo de casi dos años. Para comercializar el sector educativo a partir de la plataformización, uno de los caminos será seguir cultivando algunas prácticas heredadas del confinamiento, predictivas y de contención al diálogo, situación que muchos maestros y alumnos rechazan.

Cierro estas reflexiones con una referencia a Enrique, hacedor de encuentros. Mi último contacto con él, en febrero de este 2021, fue cuando como presidente de la Asociación Española de Investigación de la Comunicación me invitó a participar en la revisión del libro digital LA COMUNICACIÓN DESDE ABAJO. Historia, sentidos y prácticas de la comunicación alternativa en España. Coordinado por Alejandro Barranquero (español) y Chiara Sáez Baeza (chilena). Un último cruce transatlántico mirando desde España a la comunicación alternativa nacida en América Latina. Navegante de ideas, ya te estamos extrañando.

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